La mujer del borracho del pueblo

Ella era diminuta, ojerosa, en su rostro no se podía distinguir ya ningún sentimiento. Se la solía ver con una de esas cestas de mimbre para llevar la compra y caminando pesadamente.
Alguien me comentó que la llamaban así, que su marido era el borracho del pueblo, y que nunca hablaba con nadie. En los pueblos pequeños suele suceder eso, que todos creen conocerse y que tienen cierta potestad para “bautizar” con motes crueles.
Efectivamente, nunca cruzaba palabra con nadie… Tal vez porque nadie se dirigía a ella, y se la veía poco por la calle porque trabajaba dentro y fuera de casa.
En varias ocasiones la observé pasar por mi lado, con su bolsita, con su vestimenta limpia y grande, con su cara inexpresiva; hasta que un día le hablé.
- Me permite un segundo… -le dije.
- Sí – leve sonrisa de educación.
Como creí que me respondería que no, no supe qué decir. Me dí cuenta de que yo también había prejuzgado.
La excusa para seguir conversando fue lo que llevaba en el cesto. Una botella de aceite. Jamás había tenido una charla tan enriquecedora sobre el mismo. Hasta que me interrumpió y me inquirió sobre lo que quería yo en realidad. No se me ocurrió otra cosa que advertirla de que la llamaban “la mujer del borracho del pueblo”. Sonrió amargamente.
- No lo sabía, pero hay cosas que se imaginan aunque no se sepan – declaró. – Sí, mi marido es alcohólico, y no es algo para poner motes o para burlarse. Siempre he opinado una cosa, y es que la “poesía del alcohol” tiene dos vertientes, la cómica, la simpática, la del propio borracho que bebe para verse más feliz, y la de “viva el vino”, y una segunda, que es la del drama de los que estamos con ellos, no tan sólo porque les amamos, si no porque queremos ayudarles, aunque, a veces, nos reviente y nos agote. – se encogió de hombros – en cualquier caso, hay que seguir viviendo, y lo que sea sonará.
Y se marchó.
Desde ese día, cuando me ve, inclina su cabeza para saludarme y sonríe.
- La mujer del borracho del pueblo saluda a la escritora del pueblo – dice, aunque yo nunca le confesé que escribo