Aquellos papeles viejos

El cielo prepara y depara viento. Y yo, aquí, con estos papeles manuscritos que, mal escritos, no conducen a nada. Como si una poesía tuviera que conducir a algo: mente demasiado pragmática.

Y en el balcón lleno de plantas que la humedad ha secado, sujeto esos recuerdos, esas frases, estos instantes y los lanzo al vacío, a ese vacío de asfaltos y luces tan conocido, y se alejan volando, como pájaros que planean hacia el pasado, como aves que se dirigen al olvido, como libélulas que no poseen destino.

Y se alejan, hacia el arco iris o hacia un infinito de color de mar que se ve con los ojos cerrados y,  a medida que se marchan, siento una especie de limpieza, o más que limpieza, un aligeramiento por letras que no han significado nada, de hecho, las que representan algo, están en el cajón, inmóviles, a salvo del viento de hoy.