Un espejo refleja la realidad, o no, al revés. No es la primera vez que me pregunto qué puede haber dentro del espejo, porque detrás están las baldosas a las que, por cierto, habría que aplicar baldosinín o como se llame.
Supuestamente dentro del espejo tiene que haber este mismo mundo, pero al revés. ¡Qué maravilla! Un planeta donde el ser humano será humano, al revés de lo que es ahora; o ciudades donde todos vayamos caminando en sentido contrario, o realidades paralelas inversamente alteradas.
Examino el marco: macizo; toco la lámina: densa. Inaccesible todo. Y no puedo cambiar de tamaño, no puedo transportar mi materia dentro del cristal, y no soy capaz de hacer telekinesis, realmente si pudiera la utilizaría en la Administración Pública y no en un espejo. No tengo ningún poder. Pero sí puedo cerrar los ojos, chasquear los dedos, admitir que mi imaginación penetre detrás de la luna y percatarme de que ahí delante, a través del vidriado sólo estoy yo, observándome al revés, y posiblemente deseando haber encontrado los insectos del espejo, al león y el unicornio o a la reina Alicia, pero mis sueños infantiles eran otros, viajar en un pentagrama, y los de adulta, demasiado materialistas, quizás, para contemplarlos al revés.